“MANIFIESTO A FAVOR DE LA ABEJA NEGRA IBERICA
(Apis mellifera iberiensis)
En primer lugar nos atreveríamos a decir que la abeja es una de las pocas especies animales aprovechadas por el hombre que, siendo manejada desde hace unos pocos cientos de años (la miel fue el principal edulcorante en el antiguo mundo hasta la llegada del azúcar de caña), sigue siendo un animal salvaje.
Hasta la llegada de la varroa a Europa existía una gran población de abeja silvestre en todo el continente. Dicha población hoy está prácticamente desaparecida, siendo este el primer efecto de la llegada del ácaro asiático Varroa destructor (daños colaterales de la globalización).
Actualmente somos los apicultores quienes mantenemos ese reservorio de colonias silvestres, que se renueva de año en año con enjambres que se escapan de alguna explotación. A diferencia de otras especies en las cuales ha sido el hombre quien seleccionó en función de sus necesidades hasta crear las diferentes razas, en la abeja esto no ha sucedido así, siendo el ecosistema quien durante miles de años determinó las subespecies, ecotipos o las mal llamadas razas.
Dentro de la abeja europea Apis mellifera mellifera podemos ver como existen diferentes subespecies (tal vez podríamos llamarlo razas). En función de las características climatológicas, botánicas, etc. tendremos unas abejas de carácter atlántico distribuidas por zonas del norte y centro Europa, con inviernos frescos y largos, y otras, de colores más claros circunscritas al arco mediterráneo.
De igual forma que en la naturaleza en algunas especies botánicas muy cercanas genéticamente, es difícil discernir a cual pertenece un determinado ejemplar, ya que el paso de una especie a otra vendría condicionado por el propio factor ecológico como elemento de cribado gradual (ej. Quercus robur y Q. pyrenaica), en la abeja melífera europea posiblemente sucede lo mismo, originariamente y a grandes rasgos colores más oscuros para climas más fríos ( mayor fijación de radiación solar) colores más claros para climas más cálidos, longitudes de lengua (aprovechamiento de unas u otras especies botánicas), desarrollo primaveral, capacidad de invernada, etc., son caracteres pulidos durante miles de años por el conjunto clima-entorno botánico (por supuesto con todas las interacciones posibles).
La abeja negra en principio fue la más extendida por todo el arco atlántico europeo, incluido el Reino Unido. Con las diferentes glaciaciones bajó y subió al igual que los hielos. Actualmente el declive de la abeja negra es más que notorio encontrándonos con países como Inglaterra, Francia y Alemania donde es difícil encontrar una abeja negra en relativo estado de conservación genética, esto es debido a la mano del hombre que en sus manejos ha favorecido el cruce de todo tipo de abeja, sobremanera con ligústica (subespecie o raza característica de la zona Mediterránea) y con la recientemente creada raza de abejas Buckfast.
La contaminación genética está muy favorecida por los manejos de los nuevos apicultores que en un afán por mejorar sus rendimientos, posiblemente sin mala intención pero sí con una visión a corto plazo, transportan o compran sus abejas a veces a miles de kilómetros. Las características biológicas de la propia abeja en sí hacen lo demás; zánganos de cualquier subespecie no tendrán prejuicio alguno a la hora de fecundar una reina virgen volando a su libre albedrío sea de la raza que sea.
Así hemos llegado a la situación actual que consiste en que países como Francia tengan una gran amalgama de abejas en la que puedes ver de todos los tipos, habiendo perdido casi en su totalidad su abeja negra. Algunos apicultores de Italia tienen que adquirir su abeja ligústica en pureza en lugares como Nueva Zelanda. Por el contrario existen otros casos como Eslovenia donde tienen protegida su abeja “cárnica”, siendo el reservorio de dicha subespecie o raza con la que llevan trabajando cientos de años.
Actualmente España es el último reservorio de abeja negra europea en relativo buen estado de conservación siendo Apis mellifera iberiensis una especie salvaje y a su vez una subespecie o raza en peligro de desaparecer por la globalización.
Aquello que el clima y sus ecosistemas hicieron en miles de años podría desaparecer por sobredosis de globalización en un tiempo record si no se toman las medidas oportunas dentro de un marco legal de protección de la subespecie o raza Apis mellifera iberiensis.
Por si no fuese esto en sí suficiente argumentación desde un punto de vista como especie salvaje que es, vayamos a criterios meramente económicos; al igual que en Eslovenia que protege su raza de abeja, siendo para ellos un elemento económico además de identitario.
Hay cada vez una mayor demanda de abeja negra por parte de profesionales de países donde se ha perdido, bien para explotarla como tal o bien para efectuar cruces con lo cual necesitarán líneas lo más puras posibles. Algunos nos vemos inmersos en este mercado y vemos peligrar el principal de nuestros recursos que no es ni más ni menos que nuestra abeja negra para la cual pedimos un marco legal de protección. Con sencillos criterios de selección y sin olvidarnos de que es una especie salvaje, Apis mellifera iberiensis puede competir con cualquiera de las demás subespecies o razas.”
fonte: http://salines.mforos.com
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